Salta
La deuda en dólares de Salta es una bomba a punto de explotar
29/07/2020. Gustavo Sáenz heredó compromisos por 388 millones de dólares que, en la situación actual de las finanzas provinciales, es imposible de pagar.
La Cámara de Diputados le dio media sanción anoche a un proyecto de ley enviado por el Poder Ejecutivo que lo autoriza a reestructurar la deuda en dólares de la provincia, que alcanza los 388 millones de dólares. De ese total, 38 millones de dólares corresponden al saldo del bono emitido para crear el Fondo de Reparación Histórica, que tiene como garantía las regalías hidrocarburíferas; y 350 millones son del Fondo del Bicentenario, emitido en 2017 sin ningún tipo de garantía.
La cifra no sólo es importante, sino que además el endeudamiento tiene condimentos que la hacen insostenible. A la difícil coyuntura, con una fuerte reducción de los ingresos productos de la pandemia de coronavirus, se le suma una estructura de pagos que impone la cancelación de casi 100 millones de dólares por año durante los próximos cuatro años, en un contexto de dólar alto. Se trata sin dudas de una bomba de tiempo heredada por la actual gestión.
¿A qué se debe este enorme nivel de endeudamiento? Básicamente tiene que ver con el déficit fiscal que la Provincia tuvo durante siete años, entre 2012 y 2017, que fue creciendo año a año de la mano de un fuerte incremento del gasto y –ante la falta de recursos genuinos-, la toma de nuevos créditos y emisiones de deuda.
Esa lógica del Gobierno de Juan Manuel Urtubey se rompió recién a fines de 2017, cuando el ex gobernador expulsó del Gobierno a su jefe de Gabinete, Carlos Parodi; y lo reemplazó por el experimentado Fernando Yarade. Pese a que en esa etapa se puso bajo control la deuda en pesos, los bonos emitidos en dólares quedaron como la herencia más dura de afrontar para el gobernador Gustavo Sáenz y su equipo económico.
Frente a ese panorama, si Sáenz no quiere quedar en la historia como el primer gobernador en llevar a Salta a un default, tiene dos opciones: por un lado puede encarar un canje de deuda, reemplazando bonos que vencen en 2022 y 2024 por otros a plazos mayores, eventualmente con algún tipo de quita de capital y una renegociación en los intereses. Por otra parte puede decidir –una vez que Argentina alcance un acuerdo con sus acreedores y pueda reabrir el mercado de crédito internacional- tomar nueva deuda, destinada a la cancelación de la anterior. Todo indica que el camino elegido es el primero, aunque los resultados se conocerán recién en las próximas semanas.