Salta
Un campo salteño era el preferido del empresario fallecido
21/11/2020. En Joaquín V. González era propietario de 90 mil hectáreas y un frigorífico, allí descansaba, ejercía la actividad agropecuaria, andaba a caballo y comía empandas.
En Joaquín V. González, a 260 kilómetros de Salta capital, Jorge Brito tenía una de sus grandes pasiones y negocios: el campo San Javier, un feedlot que pertenecía a su empresa Inversora Juramento. En 1992 había comenzado con ese emprendimiento, que en ese momento contaba con 45 mil hectáreas y había llegado a las 90 mil, donde tenía 86 mil animales.
Allí Betino, uno de sus empleados, se encargaba de preparar el costillar sin los huesos, como a él le gustaba. Y Vilma y Peque, las que le hacían las empanadas salteñas. Allí amaba andar a caballo. Podía estar cinco horas montando mientras se ocupaba de ver los animales.
mediados de la década del 70 comenzó en la actividad financiera junto a su cuñado Delfín Carballo. El primer contacto con el campo lo tuvo poco después que su padre, Napoleón Brito, falleciera. Tenía 10 años y un compañero de colegio lo invitó al suyo. Quedó deslumbrado, confesaría años más tarde. Y juró que algún día tendría el propio.
El primer campo que compró fue en la provincia de Santa Fe a principio de los ’80. Según él, era sólo un pasatiempo para los fines de semana. Dos años más tarde se dio cuenta de que le gustaba la actividad agropecuaria.
en 1993 compró un frigorífico en la localidad de Pichanal, a 220 kilómetros de sus campos, al que bautizó Bermejo. El círculo lo cerró con sus carnicerías premium Cabaña Juramento, que están en Salta, Tucumán, San Isidro, Nordelta y Puerto Madero.
En San Javier, Brito tenía su cabaña de las razas Brangus y Bradford. Contaba con alrededor de 20 mil vientres para el servicio. Poco a poco, además, comenzó a sembrar maíz, soja, alfalfa, sorgo y poroto. De las 90 mil hectáreas, 20 mil estaban intactas, reservadas como áreas protegidas. Del resto, poco más de 40 mil las dedicaba a la ganadería y unas 15 mil al agro.