Argentina
Tiene 25 años y se convirtió en uno de los 10 mejores alumnos del mundo
01/09/2022. Su papá era cartonero, su mamá iba a los trueques y él se convirtió en uno de los mejores alumnos del mundo. Afirma que no le gusta estudiar pero si aprender.
Nicolás Monzón tiene 25 años y quedó entre los 10 candidatos finalistas a ganar el premio a “mejor alumno del mundo”, o Global Student Prize, un premio anual de US$100.000 que otorga la Fundación Varkey a un alumno que haya provocado un impacto positivo en el aprendizaje, en la vida de sus compañeros y en la sociedad.
El joven, que contó ser un “apasionado por las matemáticas desde chico” actualmente estudia tres carreras: ingeniería en informática en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), licenciatura en Matemática y licenciatura en Ciencias Físicas en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Sin embargo, cuando cursaba el último año de secundaria en el Instituto Sagrada Familia de Quilmes, Monzón no se imaginaba seguir con los estudios. El pensaba que había que “agarrar la pala” y salir a trabajar.
El joven, que nació y creció en Villa La Florida, en Quilmes, provincia de Buenos Aires y dijo de hecho que “no era el alumno 10″. “No me gusta estudiar, me gusta aprender y ejercer de lo que aprendo”, confesó.
Monzón creció en el seno de una familia humilde, con un padre obrero de la construcción y una mamá ama de casa. “Mi infancia no fue fácil. Mi viejo cartoneó, vi a mis tíos pelando cables, a mi vieja y a mi abuela haciendo trueque en la feria, con frío, a las cinco de la mañana, teniendo dos trabajos o a veces sin trabajo. La vida no es fácil”, contó el joven al diario La Nación.
Según dijo, fue su abuela quien lo incentivó a estudiar al ver su interés por las matemáticas. Monzón contó además con el apoyo especial del programa educativo y social Jóvenes en Acción (JEA) y que lo animó a solicitar una beca con la que comenzó ingeniería en informática.
Ya en la secundaria, había mostrado su interés por la informática al crear un curso de reparación de computadoras y desarrollo de videojuegos. Según dijo, también dio clases de programación a un vecino que ahora trabaja en el rubro.
De ganar el premio de 100.000 dólares, Monzón dijo que dedicaría una parte para Magnetar, la start-up que fundó con compañeros de la Facultad, y otra parte para JEA, para “ayudar ayudar a chicos en sus estudios secundarios, universitarios y postuniversitarios”.
FUENTE: TN